Los miedos infantiles son normales, esperables e indican un buen desarrollo psicológico. El miedo es de los afectos más tempranos que existen en el ser humano, por eso es recomendable conocerlo bien. Esto ayuda a los niños y a sus padres a manejarse con él.
Los miedos y el desarrollo
A lo largo del desarrollo los niños van mostrando miedos que en etapas anteriores no tenían. Esto puede desconcertar a los adultos pero el hecho de que un niño muestre que tiene miedo no es negativo. Indica que se encuentra ante una situación que desea afrontar pero a la vez le asusta. Seguramente siente que no está preparado para afrontarla. Los recursos o habilidades que tiene no le son suficientes. En la medida que va creciendo y desarrollando otras habilidades puede ir afrontando esas situaciones.
Los miedos y la mente infantil
Los miedos infantiles nos ayudan a entender el funcionamiento de la mente de los niños. Poco tienen de racionales. Una niña puede ser atrevida, divertida y juguetona pero asustarse por un pequeño insecto al que le da super poderes. Existen miedos universales infantiles según la edad en la que estén. Entre esos miedos universales se encuentran: el miedo a la oscuridad, a la soledad, a los extraños, a los animales pequeños, a algunas comidas o a ciertos lugares, como ir al colegio o defecar en el inodoro. En la medida en que el niño va creciendo y se va sintiendo más seguro consigo mismo, estos miedos van desapareciendo. Sin embargo, no es raro encontrar ciertos rastros de miedos infantiles en adultos, aunque no con la misma intensidad.
La evitación como estilo de vida
A pesar de que los miedos son propios de la infancia es importante detectar cuándo pasan a ser fobias. Cuando el miedo se instala, tanto niños como adultos, van evitando situaciones. Les cuesta vivir la vida y se van encerrando en un reducido contexto. Entonces el miedo dirige gran parte de las actividades de la persona. Lo que antes era normal ahora es un temor rígido y exagerado que influye en la vida diaria. Si eso sucede es aconsejable tomar medidas y consultar a un profesional. Él podrá diferenciar un miedo normal de una dificultad importante por parte del niño para organizarse en la vida diaria.
La intervención
La psicóloga puede ayudar al niño y a los padres a deshacer el nudo emocional que supone ese miedo. Un miedo habla de un peligro interior para el niño y por eso se debe trabajar con él. Conocer la edad y el tipo de objeto o situación que le da miedo es fundamental. También conocer la historia del niño. ¿Quién mejor que los padres para presentarnos a su hijo? Sabemos que un niño está en desarrollo y nada mejor como trabajar con los padres para ayudar a su hijo.
El trabajo con los padres ayuda a entender cómo un objeto determinado se ha convertido para su hijo en algo tan temible. También es fundamental conocer cómo los padres viven ese temor, qué relación tienen ellos con el objeto o la situación que su hijo teme. El trabajo con los padres les ayuda a ellos a tomar contacto con el propio sufrimiento que esta situación les genera. Ayudar a los padres a manejar el miedo de su hijo evita que los miedos se hagan más grandes y ocupen más parcelas de la vida del hijo.